Videos

B89, el banco digital peruano que va detrás de las remesas latinoamericanas

Con poco más de un año de actividad, el neobanco busca entregar créditos a 96 mil usuarios en el Perú hasta ahora invisibles para el sistema financiero. Proyectan aterrizar a EE.UU., México y España.

“Si quieres competir con los bancos del futuro, tienes que pensar como una compañía de tecnología, porque es posible que el banco más grande del mundo en el 2030 sea una compañía de tecnología”. Con esa predicción cerraba a mediados de mayo pasado el experto en banca digital y best-seller australiano Brett King su participación en el último CADE Digital, un evento sobre tendencias en digitalización celebrado en el Perú cada año. 

Justamente, el banco digital peruano B89 tuvo clara esa consigna desde sus inicios, asegura su fundadora y responsable de inversiones y alianzas estratégicas, Amparo Nalvarte. La ejecutiva añade que, desde que empezaron sus operaciones, apostaron por la eficiencia y automatización de sus procesos, inspirándose en el modelo de Uber. 

“Estamos enfocados en una solución cross border. Hemos creado la arquitectura y tecnología de B89 para poder operar en diferentes países”, explica. 

Nalvarte, una joven ejecutiva de 31 años, no es nueva en el negocio financiero. Ella creó la plataforma de pagos Culqi, adquirida por el grupo Credicorp en el 2018, convirtiéndola en uno de los contados y más sonados éxitos del ecosistema peruano de startups. Apostó por B89 desde mayo del 2020, junto a los banqueros Mauricio Alban-Salas y Javier Salinas, y al ingeniero César Gonzalez, quienes se desempeñan como CEO, CFO y CTO del banco, respectivamente.  

Tres meses después, desarrollaron su producto emblema, una tarjeta VISA –que les gusta presentar como “con crédito” y no “de crédito”– con una tasa de interés efectiva anual (TCEA) de 74 %. En octubre último abrieron un registro de solicitudes para los interesados en adquirirla. La comisión es un atributo del producto, pues está por debajo de la tasa tope de interés aprobada por insistencia por el Congreso peruano en marzo pasado y regulada por el Banco Central de Reserva del Perú en 83,4 % para el período mayo-octubre del 2021.  

¿Cómo respondió el público al registro de solicitudes de B89? Un total de 140 mil personas se inscribieron y están en lista de espera, indica Nalvarte. La estrategia fue fructífera, no solo para sondear el mercado peruano, sino también porque le permitió al entonces proyecto de banco digital identificar a su cliente objetivo. ¿Cómo es? Trabajador, independiente, con una edad de 24 a 34 años y pertenece al segmento socioeconómico C y D. 

La startup arrancó como un proyecto piloto, entregando progresivamente 7.000 tarjetas – previa evaluación de riesgo– a usuarios que, en su mayoría, resultaron ser buenos pagadores (la firma registró en promedio un 5 % de morosidad en 2020). Con esa evidencia, este año y el próximo planean poner en valor lo que King define como “el” diferencial de los bancos digitales: la capacidad de crecer en escala. 

Con ese foco, B89 –que levantó una primera ronda de inversión por US$500.000 en febrero de 2020 y acaba de cerrar una segunda por US$4,7 millones para capital de trabajo (lo que incluye salarios para sus actuales 66 empleados)– proyecta entregar este año tarjetas de hasta S/16.000 (alrededor de US$4.200) a 96 mil usuarios y en 2022, a 207.000.

Para lograr dicho alcance, el banco lanzó en junio pasado un programa de construcción de crédito a medida para usuarios que hasta ahora no cuentan con un historial en el sistema financiero en el Perú.  Durante las tres primeras semanas de implementación, el programa alcanzó a 4 mil clientes, indica Nalvarte.  

“Las personas acceden a la tarjeta de B89 con una línea de crédito muy chiquita. En función a la periodicidad con la que hacen sus pagos y sus consumos, vamos a poder determinar, en base al monto, tiempo y frecuencia, cuánta línea de crédito darles después”, precisa la ejecutiva. 

Zona de riesgos

Ante la ausencia de licencias especiales para banca digital y de una ley fintech en el Perú, B89 decidió comenzar a operar como una casa de préstamos, con un respaldo inicial de US$55 millones. Dicho capital fue levantado en el mercado peruano como deuda en tres subrondas, divididas a su vez en series, informa Nalvarte. “Estamos emitiendo los bonos según las series en base a cómo vamos creciendo en clientes”, precisa. 

¿Qué riesgos enfrenta la operación? Dos especialistas los analizan.  “Han encontrado un sitio de regulación donde pueden operar tranquilos para expandirse”, opina María Laura Cuya, fundadora y presidente de la Asociación de Productos Financieros. “Hay una oportunidad y ellos la han sabido aprovechar bien”, reafirma, respecto a la escasa bancarización en el Perú y al auge del dinero digital en desmedro del efectivo a través de billeteras electrónicas y códigos QR durante la emergencia sanitaria por coronavirus. 

Pese a ser jugadores locales, Cuya advierte que un hándicap para B89 será la velocidad de penetración del mercado. “Tienen que ir rápidamente contra el tiempo, porque han sido los primeros en golpear ese nicho”, señala y recuerda que el neobanco inglés Revolut ha anunciado la intención de operar en el país. 

De su lado, Fátima Villavicencio, asociada senior del área financiera y regulación bancaria del Estudio Muñiz, reconoce asimismo el potencial de B89 para promover la disponibilidad de crédito más barato en el país, considerando sus menores costos operativos (de planilla, archivo, etc.). 

Sin embargo, advierte que –como toda casa de préstamos, dirigida a personas que no están familiarizadas con el sistema financiero– B89 debería estar listo para asumir riesgos que la pandemia por coronavirus ha profundizado. “No sabemos si el público objetivo va a poder pagar”, observa, en relación al incremento del desempleo (que en el 2020 aumentó 17,4 % respecto al 2019) y la pobreza (que se disparó 9,9 % hasta alcanzar al 30,1 % de la población el año pasado). 

Nalvarte es consciente que el mercado local se volverá cada vez más competitivo, con neobancos extranjeros aterrizando o comprando fintechs en el Perú. Es un escenario oportuno, dado el requerimiento de crédito que exigirá la recuperación económica poscovid, tanto de parte de personas como empresas (un rubro donde por ahora no prevén incursionar). 

Contra los riesgos de impagos, la ejecutiva se escuda en la tecnología y en la capacidad de implementar evaluaciones de riesgo exhaustivas, como la usada en el proyecto piloto de octubre pasado. 

Es que la plaza inca es solo un trampolín para catapultar los planes continentales de B89.  En efecto, a finales de este año, el banco digital dará sus primeros pasos en Estados Unidos, donde quiere posicionarse como una solución one-stop-shop para la comunidad latina. “Luego vamos a ir abriendo otros mercados, como México; España, como hub de latinos en Europa; Sudamérica y Centroamérica”, proyecta Nalvarte. 

La meta es –como en el Perú– captar a usuarios subancarizados o no bancarizados, que requieran recibir sueldos, hacer pagos, cobrar cheques y, particularmente, enviar remesas. Al respecto, vale destacar que los envíos de dinero hacia América Latina, contrariamente a lo que se esperaba (una contracción de hasta 20 %), crecieron 8,3 % en el 2020 respecto al 2019, sumando US$101.500 millones, según un reporte del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla). Dicho resultado consolida la tendencia de crecimiento de estas transacciones en los últimos 11 años. 

Así, el año que viene, B89 prevé que la mitad de sus usuarios residirá en Estados Unidos. Esa evolución del negocio les permitiría hacer crecer sus ingresos proyectados para este año en US$2,47 millones hasta US$23,7 millones en el 2022, estima Nalvarte. Entonces solo faltarán 8 años para el 2030 que perfila King.